LA GUARDERÍA

No muy lejos de mi casa, está la guardería a la que me llevaron cuando era un niño, recuerdo las panzadas que me pegaba a comer grava del patio. Entonces, ni así conseguía que me doliera el estomago (Ahora sé que el dolor de estomago llegó con la pubertad, vestido con falda). Hace unos meses decidí entrar por la noche a la guardería. Trataba de encotrar algún recuerdo escondido entre aquellas paredes, algo que se hubiera escapado de la manipulación minuciosa con la que trato todo el material de mi infancia.
Busqué en mí todo el valor, era necesario para entrar solo a una enorme mansión abandonada, de más de cien años de antiguedad, y repleta de estatuas de piedra, cristales rotos, y un jardín decrépito, armado unicamente con una linterna de snoopy que más que propia para la ocasión, lo era para el lugar, y de una vara para ahuyentar a las ratas que pudieran salirme al paso de la espesura de zarzas que era el jardín. Debía de entrar solo, la cosa más insignificante podía desencadenar un valiosísimo recuerdo y nadie debía estar conmigo perturbando mis sentidos. Yo era la mujer de Lot, ya había pagado mi precio por el leve placer de mirar atrás, pero seguía haciéndolo.
Metiendo la mano a través de un ventanal que tenía el cristal roto conseguí desplazar el cerrojo, así fue como accedí al interior de la casa, entrando por un ventanal de una enorme habitación acristalada. Mis espinillas golpeaban continuamente con las patas de las "sillas tutifruti" esparcidas por el suelo. La linterna de snoopy no lo era, no lo suficiente, linterna.
Pintado en la pared, David el Gnomo desaturado por los rayos solares, hepático; Y la luz de mi linterna cada vez más pequeñita y amarilla, iluminaba como de cuclillas.
Hay ruidos por todas partes, un panel de corcho con algunas fotos instantáneas hechas con una camara Polaroid, de esas que parecían tanques, y yo me busco, pero no me recuerdo, o tal vez no me reconozco, o no estoy.
Todo ha quedado conforme estaba un día. En la cocina: cuchillos y hojas secas. El último día comieron lentejas (están por todo el banco) por lo que era jueves, así lo indica una hoja clavada en la pared con una única chincheta: " JUEVES - LENTEJAS" No sé que año era, ni que día de qué mes, pero sé que era jueves y comieron lentejas, tal vez parezca lo más banal del mundo, pero a mí en estos momentos me parece lo más importante.
- Era jueves y comieron lentejas- Me repito a mí mismo.
Exploro el resto de la casa que está practicamente vacío,
sólo mesas y sillas. Entro en un cuarto veo un armario, lo abro y... !Está lleno de juguetes! Marionetas de los ochenta; camioncitos de duro con plásticos fluorescentes; muñecas pintadas con rotuladores; Tente, Lego y Exín castillos; tijeras de plástico, sin punta, sin filo; vasos rojos apilables y de plástico; libretas de contabilidad, cojo una al azar: "1982-83" la abro por la letra "f", linterna en la boca y leo esto:




"JUAN FILGUEIRA ISCLA"

Yo y 1983, cuatro años en el mundo, imposible contener la emoción.



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