DÍA DE PINZAS.

Buscando una alegoría de lo que es la vida, me parece acertado pensar en ella como la caída desde un acantilado. Viendo el fatídico final haces lo posible por disfrutar del paisaje y eso es todo. Naces y vives tus primeros años sin saber muy bien dónde estás, después, un día, en la adolescencia, tal vez un poco más tarde o tal vez nunca, te das cuenta de que estás cayendo y nada puedes hacer para remediarlo, y no te queda otra que disfrutar del paisaje. Y esto me lleva a lo que a mi parecer debiera ser una persona preparada para la vida. Una persona madura debería ser aquella capaz de disfrutar del paisaje, no con frialdad que a fin de cuentas es lo que se espera de nosotros, que le "echemos huevos" aunque sin mucho éxito afortunadamente, tampoco con inconsciencia, pero sí con serenidad. Dejándose sentir, sin juzgarse, que para juzgarnos ya están los demás (y no sé ahora quién dijo con acierto que ellos, los demás, lo van a hacer de todos modos) Como diría Mario Benedeti: "no te juzgues sin tiempo", aunque yo lo cambiaría por un "no tengas tiempo para juzgarte" Juzgarte al igual que el final del acantilado, no es cosa tuya, no es algo que debas hacer tú, en realidad es trabajo de los demás. Sí lo haces, si te juzgas, difícilmente conseguirás disfrutar del paisaje y probablemente llegues al final sin saber quién eres. Y para ilustrar lo dicho voy a añadir una foto de mi sobrino con unas pinzas en la orejas y a contar la historia de lo que sucedió  aquel "día de pinzas".


Era una tarde cualquiera de primavera, yo jugaba con mi sobrino Fernando, él tenía problemas cogiendo los lápices pues no coordinaba bien "hacer la pinza", hacer la pinza es juntar el pulgar y el indice para coger cosas, así que el rehabilitador había recomendado que hiciera ejercicios que fomentasen el uso de esos dedos. A mí se me ocurrió jugar a que por turnos, cada uno le pusiese una pinza de tender ropa al otro donde quisiera, ni que decir tiene que previamente di de sí los muelles para no lastimarnos. Nos llenamos los dos de pinzas, orejas, nariz, labios, dedos, ropa...  lo pasamos bien y se nos pasó la tarde volando, tanto que casi me olvido de que debíamos recoger a su hermano, mi otro sobrino, en la guardería. Le pedí a Fernando que me acompañase a recoger a su hermano, y él me dijo que sí, pero que fuéramos con las pinzas puestas en las orejas. A mí me encantó la idea. Llegados a la guardería, dejé el coche aparcado en un paso de cebra, es imposible aparcar bien cerca de un colegio a la hora de recoger a los niños. Fuera del coche todos los padres esperaban con ilusión la salida de sus hijos. A los padres se les ilumina la cara cuando van a  recoger a sus hijos, todos allí sonríen como bobos, pero es algo adorable.  Me di cuenta de que tenía más problemas de los que esperaba para salir del coche con las pinzas puestas en las orejas, y eso me dio mucha rabia, así que salí de todos modos, eso sí, tratando de que vieran bien que el niño también llevaba pinzas para que entendiesen así que era un juego con él, no fueran a pensar que era sólo cosa mía (entre otras cosas porque yo también estudié en esa misma guardería y a mí me gusta ver a los padres contentos y convencidos de que sus hijos van a ser personas de provecho y no tarados con pinzas en las orejas). Las reacciones fueron de todo tipo, pero bastante positivas, me alegró comprobar que al menos todos parecían pensar que supeditaba mi vergüenza a la felicidad de un niño, y eso era bonito. Algo de eso había, pero para nada era lo más importante. Lo importante era la promoción de una posición ideológica en pro de la diversidad social. Una balanza donde debe pesar más la felicidad, el autoafianzamiento y el juego, que la vergüenza y los prejuicios. Es un acto de coraje no tener vergüenza cuando se tiene.
Todo iba bien, yo empezaba a sentirme seguro de mi acción, parecía ser comprendida por todos, hasta  que uno de los padres, un amigo de mi cuñado, gente seria, se acercó y me dijo:
- Sí lo viera su padre, está haciendo el ridículo. Quítale las pinzas ahora mismo.
-No- Le contesté yo.
Cuál era exactamente el problema, ¿el ridículo? ¿Tal vez que las pinzas en las orejas parecían pendientes? ¿Temía que el niño después de aquello fuera homosexual? ¿Pero la homosexualidad no era una enfermedad? ¿Se contagiaba por medio de pinzas?  En qué quedamos porque me estoy haciendo un lío.
La cuestión es que el muy imbécil le quitó las pinzas al niño de las orejas, y se fue con ellas sin que yo,  que tenía cogidos de las manitas a los niños, pudiera hacer nada. Entonces miré a mi sobrino y estaba serio, no lloró, pero estaba completamente serio, me miro y me dijo: "quiero mis pinzas"  Yo le dije: "no te preocupes, vamos a por ellas." Así que salí detrás del ladrón de pinzas, ye se sabe, gente seria está que se dedica a temas como el ridículo y a robar pinzas, pero lo perdí entre la multitud. Miré dentro de todos los coches serios y voilà, dentro de uno de ellos estaba el personaje dispuesto a largarse con nuestras pinzas. Pegué unos golpecitos al cristal de la ventanilla, la bajó y le dije con toda la seriedad que puede tener alguien que lleva dos pinzas de tender colgando de las orejas: Devuélveme las pinza ya.  Lo hizo, me las devolvió, y entonces le dije: "Ah claro, lo que pasa  es que a ti te han gustado nuestras pinzas y por eso te las querías llevar",  alargué el brazo para alcanzar sus orejas y le invité a que se las pusiera él también,  pero empezó a refunfuñar y subió la ventanilla. Yo me reí mucho, le puse de nuevo las pinzas al niño y me marché de ahí. Cuando llegué a mi coche, un policía me estaba multando por aparcar mal, yo le dije balbuceando lo único que sé decir cuando un policía me está multando y lo pillo en plena faena: "No, no, no, por favor, no, no no, por favor" Pero esta vez, para empeorar las cosas llevaba unas pinzas de tender colgando de las orejas. Pues va y para sorpresa mía el agente me miró, quitó la multa del parabrisas y me dijo con una enorme sonrisa, ya sabes que aquí no se puede aparcar.
Escucha Fernando - le dije a mi sobrino - además son unas pinzas mágicas. Hacen feliz a la gente. 






PEQUEÑAS DELICIAS NEURÓTICAS 1.

LOS ACCIDENTES AÉREOS: Cualquier apersona (persona cien por cien de mente saludable) que no tenga más remedio que viajar en avión un día después de haber ocurrido un accidente aéreo; después del aderezo sensacionalista de las noticias, las imagenes flash de butacas ensangrentadas y algún posible miembro amputado, las mantas térmicas tapando los cuerpos que inevitablemente se enfrían por causa de la segunda ley de la termodinámica; algún juguete que con poco éxito tratamos de imaginar que ya estaba allí antes, entre la vegetación de una selva casi virgen. Cualquier apersona en tales circunstancias subirá al avión completamente conmocionada, sensibilizada con la posibilidad de que tal suceso pueda repetirse de nuevo. Muy al contrario, nuestro amigo el neurótico, en su extravagante forma de ver las cosas, fruto del desesperado intento por controlar absolutamente todos los aspectos de su vida, esperará el momento en que dos o tres desgracias de esta índole se sucedan para que, apelando a la santa madre estadística,  pueda tener un viaje tranquilo. Lo imagino, hablando con su jefe de personal mientras lee sobre un accidente aéreo en el periódico: "Sí, sí  con el frío que hace allí... lo sé... lo sé... pero es ahora , ahora es el momento justo para irme de vacaciones." 

DONACIÓN DE ÓRGANOS: "Le reitero mi agradecimiento por este gesto de generosidad hacia sus semejantes" Así termina la carta enviada en nombre del coordinador nacional de transplantes a todo aquel que exprese su deseo de ser donante. Cualquier apersona (persona cien por cien de mente saludable) estaría orgullosa de sí misma tras leer tan emotivas palabras poniendo fin a una misiva de agradecimiento donde se ensalza la humanidad del donante. No obstante a nuestro querido neurótico profesional se la trae al pairo, pues él no es donante por generosidad hacia sus semejantes. Él detesta a sus semejantes, a veces hasta se detesta a sí mismo, la única razón parece pues la  de asegurarse por todos los medios de no ser enterrado vivo. 

LOS BICHOS DE DAVID BUTLER


David Butler

David Butler vivió casi 100 años. Nació en Louisiana en 1898 y es probablemente el representante más conocido dentro del denominado arte folk afro-americano. Hijo de un Misionero carpintero se vio obligado a abandonar los estudios para cuidar de sus siete hermanos menores, quizá por esta razón tuvo que realizar juguetes con los medios de los que disponía. Se casó, trabajo en el campo, también como mayordomo y finalmente en una serrería donde sufrió un accidente en los  años sesenta que le dejó parcialmente incapacitado, fue entonces cuando compró una casa en Patterson, también Louisisana, donde comenzó a elaborar su famoso "jardín de lata".
La obra de David Butler, es altamente colorista , expresa la libertad propia de su autodidactismo, es una obra sincera y carente de aritificiosidad, sin embargo, lejos de ser ingenua y arbitraria, gran parte está realizada con un profundo sentido espiritual. Parece ser que durante un periodo de gran ansiedad causado tras la muerte de su esposa en 1968, Buttler construyó sus "bichos"(como él los llamaba)  y los situó en el jardín y apostados en los alféizares de las ventanas de su casa para repeler los malos espíritus. Su original mundo interior no sólo le permitía realizar obras de una llamativa plasticidad sino también emplearlas como fetiches. Sería injusto, a mi modo de entender las cosas, valorar únicamente los aspectos plásticos de su obra sin considerar su funcionalidad y el universo existente alrededor de la misma. Su autodidactismo lejos de las pretensiones estéticas es empleado en favor de una terapia mística y espiritual y situado unos pasos por delante del "flow". Aunque la búsqueda de este  vasto significado nos sea dificilmente imaginable, lo que es seguro es que no podremos contemplar su obra sin considerar  la grandeza de quien además de ser hombre fue un mundo.




Casa y jardín de David Butler



Y para este post, esta música:

ARTISTAS (como diría mi abuela) DE CHICHA Y NABO.


Ella es un yo
una cinta andadora que le lleva a sí misma.
Un escucha y escucha su propia voz
cargada de vanidad y afectación.
Ella divide el mundo en
útiles e inutiles
a sus propósitos.
A sus propósitos
les cuelga banderas
y odia el esfuerzo,
y por eso no se quiere
por eso se imagina
y se busca en los demás.
Ella es vaga
es blanca y blanda
le ataca la laxitud
por eso su culo no es más que su espalda
y su espalda no es más que su culo.
Ella tiene los ojos muy juntos.
Yo a veces jugaba,
a mirarla,
y con los ojos estrábicos
convertirla en un cíclope
Ella habla de poesía, escritores y artistas
me habla a mí
que empiezo a ver con desconfianza todo ese mundo.


Quizá llegó con las vanguardias de principio de siglo, quizá concretamente con los siete manifiestos dada de Tristan Tzara y su todo vale burlón, o quizá el origen sea la búsqueda de la notoriedad a partir del mínimo esfuerzo, ese ansia de reconocimiento que nos persigue impulsado por los "mass media". Sin duda también se debe a ese hedonismo mal entendido al que nos ha llevado la muerte de la religión, sea lo que sea, el arte de hoy empieza a apestarme y los artistas más.












TOM Y JERRY

Creo que son muchas las personas, que como yo, hace ya un tiempo se desencantaron de la política en este país. Parece que a la hora de ejercer el derecho al voto, no haya ninguna opción aceptable. A diario se oye a la gente criticar a los políticos y decir que ya no son como los de antes (como los de la transición me refiero, o como los de la república tal vez.) Y yo creo que no les faltan razones para pensarlo. Quizá podemos culpar a aquellos políticos de antaño de ser demasiado vehementes, pero es que esta cosa de la política, no nos equivoquemos, es cosa seria. A algunas personas desencantadas les he oido decir: "Total qué más da que gane uno u otro, mi vida no va a cambiar por ello" Pero lo cierto es que se equivocan, quizá no se equivoquen al pensar que la clase política va a actuar del mismo modo independientemente del color que vista, pero eso no significa que sólo pueda ser así. Si un partido que gobierna una ciudad hace una mala gestión y malgasta los impuestos de los contribuyentes, después cuando vengan las vacas flacas aumentarán los impuestos, serán más ortodoxos con las normas de tráfico (por absurdas que algunas sean), subirán las sanciones... Y si yo, que este mes iba a comprarme unos patines, he de pagar una multa de 200€ por estar mal aparcado (porque no hay lugar físico donde meter el coche y ni falta que hace porque el ayuntamiento es pobre), eso significa que me he quedado sin patines y que la mala gestión de un partido ha afectado un ámbito de mi vida personal. Así que cuidado con celebrar las grandes obras de un gobierno, antes deberíamos formularnos dos preguntas básicas: ¿Es lo más necesario? ¿Nos lo podemos permitir? (Hoy me sorprende una noticia del periódico que informa de que el Palau de les Arts de Valencia será alquilado como espacio para celebrar banquetes de bodas)
De todas formas coincido con que la clase política está afianzada y cada vez entiende menos de ideas. Ser político supone hoy, aceptar una serie de procedimientos poco éticos que se han naturalizado con el tiempo. Si defendemos que los políticos son categóricamente unos mentirosos, embaucadores que sólo se meten en política para enriquecerse y un largo etc... Si pensamos esto pero después acudimos a votarles sólo porque nuestros padres no tuvieron la posibilidad de hacerlo, y así lo hemos aprendido de ellos, entonces estaremos legitimando este declive de la clase política.
La democracia requiere un esfuerzo constante de la sociedad para que no se enturbien sus valores fundamentales, probablemente por ser el sistema político más global, el más representativo del conjunto de la sociedad, es el menos natural de todos. Así pues, no podemos relajarnos y pensar que ya está todo hecho. La democracia es el fruto de unos valores sociales y no un sistema que garantice esos valores (como tiende a pensarse), si esos valores desaparecen del conjunto de la sociedad, de la democracia no quedará más que el nombre. Valga como ejemplo lo sucedido en 1933 en Alemania con el triunfo del Partido Nazi.
Creo que los ideales (las ideas estancas) enturbian la verdadera intencionalidad de la acción política que son las metas, los objetivos y las soluciones. Al igual que los pragmáticos, creo en las ideas como herramientas para solucionar problema concretos.
Ayer me plantee la posibilidad de que no hubiesen partidos políticos. A veces hasta me pregunto para qué necesitamos a los políticos. Desde luego de lo que estoy seguro es de que necesitamos la política. Ayer imaginé una tecnocracia platónica donde la política no era sino otra función de las administraciones públicas, donde los candidatos a las carteras eran funcionarios que no iban a percibir ninguna remuneración extra por ello, donde la motivación para hacer política era la vocación y la satisfacción personal.
Ayer imaginé que la sociedad volvía a estar despierta , que nadie usaba la formula "las cosas son así" como un razonamiento. Detesto la gente que lo hace, tienen estropeado el chip de la silogística, eso no es un razonamiento, no cuando se habla de cambiar las cosas, de mejorar. Apesta aun más cuando quien lo dice es menor de 40 años, no tiene trabajo, ni vivienda y ha pasado su vida estudiando.
Los políticos no son más que el reflejo de la sociedad, y esta sociedad está dormida. Sigue pensando en el coche, la casa, la ropa de Inditex, las bodas, el fútbol, el corazón y los viajes a Cancún.
Entonces...
¿A quién voy a votar?
Está claro, voy a votar a Tom y Jerry.

LA GUARDERÍA

No muy lejos de mi casa, está la guardería a la que me llevaron cuando era un niño, recuerdo las panzadas que me pegaba a comer grava del patio. Entonces, ni así conseguía que me doliera el estomago (Ahora sé que el dolor de estomago llegó con la pubertad, vestido con falda). Hace unos meses decidí entrar por la noche a la guardería. Trataba de encotrar algún recuerdo escondido entre aquellas paredes, algo que se hubiera escapado de la manipulación minuciosa con la que trato todo el material de mi infancia.
Busqué en mí todo el valor, era necesario para entrar solo a una enorme mansión abandonada, de más de cien años de antiguedad, y repleta de estatuas de piedra, cristales rotos, y un jardín decrépito, armado unicamente con una linterna de snoopy que más que propia para la ocasión, lo era para el lugar, y de una vara para ahuyentar a las ratas que pudieran salirme al paso de la espesura de zarzas que era el jardín. Debía de entrar solo, la cosa más insignificante podía desencadenar un valiosísimo recuerdo y nadie debía estar conmigo perturbando mis sentidos. Yo era la mujer de Lot, ya había pagado mi precio por el leve placer de mirar atrás, pero seguía haciéndolo.
Metiendo la mano a través de un ventanal que tenía el cristal roto conseguí desplazar el cerrojo, así fue como accedí al interior de la casa, entrando por un ventanal de una enorme habitación acristalada. Mis espinillas golpeaban continuamente con las patas de las "sillas tutifruti" esparcidas por el suelo. La linterna de snoopy no lo era, no lo suficiente, linterna.
Pintado en la pared, David el Gnomo desaturado por los rayos solares, hepático; Y la luz de mi linterna cada vez más pequeñita y amarilla, iluminaba como de cuclillas.
Hay ruidos por todas partes, un panel de corcho con algunas fotos instantáneas hechas con una camara Polaroid, de esas que parecían tanques, y yo me busco, pero no me recuerdo, o tal vez no me reconozco, o no estoy.
Todo ha quedado conforme estaba un día. En la cocina: cuchillos y hojas secas. El último día comieron lentejas (están por todo el banco) por lo que era jueves, así lo indica una hoja clavada en la pared con una única chincheta: " JUEVES - LENTEJAS" No sé que año era, ni que día de qué mes, pero sé que era jueves y comieron lentejas, tal vez parezca lo más banal del mundo, pero a mí en estos momentos me parece lo más importante.
- Era jueves y comieron lentejas- Me repito a mí mismo.
Exploro el resto de la casa que está practicamente vacío,
sólo mesas y sillas. Entro en un cuarto veo un armario, lo abro y... !Está lleno de juguetes! Marionetas de los ochenta; camioncitos de duro con plásticos fluorescentes; muñecas pintadas con rotuladores; Tente, Lego y Exín castillos; tijeras de plástico, sin punta, sin filo; vasos rojos apilables y de plástico; libretas de contabilidad, cojo una al azar: "1982-83" la abro por la letra "f", linterna en la boca y leo esto:




"JUAN FILGUEIRA ISCLA"

Yo y 1983, cuatro años en el mundo, imposible contener la emoción.



MI BODA. (Algo limpio, algo sucio)


Hoy me caso. Sí, hoy lunes, probablemente el día más frío del año y yo me caso. Abandonaré el trabajo poco antes del medio día para acercarme al Ayuntamiento y casarme. Nadie lo sabe, pues no es muy normal casarse un lunes de invierno y la gente del mundo no lleva muy bien que algunos no cumplamos la norma. Lo normal está de moda por absurdo que sea.
Lo cierto es que yo hoy guardo un secreto, un oscuro secreto. Me permitirán que antes de desvelarlo deje claro que ante todo soy una persona que cuida su higiene. Me ducho cada noche antes de acostarme y me cambio sin excepción de ropa interior, me cepillo los dientes tres veces al día y de vez en cuando me aderezo con un poco de colonia. Anoche caldee el baño, encendí el calentador de gas, y preparé el pijama limpio y la ropa interior. Como todas las noches, puse las botellas de jabón boca abajo y después me entretuve viendo la tele sólo lo suficiente para que terminara de calentarse el baño. La televisión estaba llena de chicas preciosas y amables, de sonrisas perfectas, y yo hoy me voy a casar con una mujer que no sonríe, que tiene dientes, dientes ordenados pero que no sonríe. Motivado por tanto encanto, caí en la cuenta de que ése era mi último baño de soltero y decidí masturbarme, después me duché, me sequé con empeño la cabeza para no coger un resfriado, miré hacia la ropa interior y sin saber muy bien por qué, decidí ponerme de nuevo la sucia. Y hoy, a punto de casarme sigo llevando los calzoncillos de ayer, los que sudé ayer mientras andaba, mientras cortaba leña. Fantasee con la idea de que casarse con los calzoncillos sucios viene a ser algo parecido a jurar con los dedos cruzados y me imaginé acudiendo a mi propia boda calzando unos zapatones de payaso para poder así disimuladamente cruzar los dedos de los pies. ¡Vaya un disimulo!
¿Por qué me caso entonces?
Pues creo que por ayudarla, por salir de un bucle, o lo que es lo mismo, por hacer algo para que algo se mueva.
En fin, ya es la hora de ir al Ayuntamiento.

CIUDAD SIN SUEÑO (NOCTURNO DEL BROOKLYN BRIDGE)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.
(Continua...)
Lorca escribió este poema en 1929-30 durante su estancia en la ciudad de Nueva York. El poeta quedó impresionado con la actividad frenética de la ciudad que no duerme y que prácticamente "ni a los muertos deja descansar". Usa a los animales en una actitud extraña para transmitir la intensa desnaturalización que sufren las ciudades modernas (Algo parecido a Matt Groening, dibujante de los Simpson, aficionado a dibujar ciervos que gruñen y delfines o ardillas asesinas) Bien, pues al parecer la cosa va de mal en peor. Pues no tenían bastante con los edificios y una amplia variedad de juegos geométricos, trigonométricos y formas minerales, ahora va y podan las copas de los árboles cuadradas, y es terrible porque esto perfectamente podría ser un verso añadido a la poesía de Lorca: "Las copas de los árboles están cuadradas" claro que para él sería una metáfora y nosotros nos hemos encargado de hacerlo literal, no me extrañaría que cualquier día vinieran las iguanas a mordernos si no soñamos.

ESA TRIBU URBANA: LOS PSICÓLOGOS (1)

Pregúntame si creo en los psicólogos. Si no estuviera medio loco te diría que no, pero en mí caso es una cuestión de fe. Aún así te diré que, salvando la primera psicóloga cuyas poderosas caderas me motivaban en plena adolescencia, no creo en ninguno de los "psicoplagaitas" que vinieron después. Lo único que he aprendido con ellos es a vivir con mayor austeridad. Por citar algunos casos, uno me mandó a casa diciéndome que tratase de hacer una vida normal, otro me abandonó a mitad de tratamiento para opositar sabiendo que eso era justo lo que iba a hacer mucho antes de empezar, el último me cobraba por hablarle a un espejo (algo que antes siempre había hecho gratis). No creyendo demasiado en la metodología muchas veces empleada, sí creo en el fin de la psicología del mismo modo que creo que las personas pueden cambiar y de hecho cambian ( me atrevería a afirmar que muchos triunfos terapéuticos deberían atribuirse al tiempo y no al psicólogo) Tal vez mi último psicólogo no sabiendo muy bien que hacer conmigo se decidió a que mantuviese un diálogo a tempo con un espejo (he aquí un trastorno disociativo) mientras confiaba en que el tiempo aplacase mis males. Debió de acogerse al refrán de: "No hay mal que cien años dure," o bien, teniendo en cuenta que pasé tanto tiempo hablándole al espejo, quizá andaba pensando en aquello de: "muerto el perro se acabó la rabia".
He podido comprobar que hay ciertas cosas que no puedes decir a un psicólogo a menos que quieras verlo perdiendo el control de sí mismo, tienen ciertos problemas a la hora de aceptar que ellos tampoco son del todo asertivos. Si alguna vez acusas de algo a un psicólogo él siempre te responderá con la siguiente frase: "Estás proyectando" lo que viene a ser algo como: "rebota rebota que en tu culo explota" y con esta frase se librarán de todo juicio, y claro, tú como simple mortal qué puedes decir ante eso, qué puedes hacer ante ese ser del que debes creer que sabe más de ti que tú mismo. Es algo ingenua y pretenciosa esa actitud. Por poner un ejemplo, mi último psicólogo me dijo una vez, tras un año acudiendo cuatro veces al mes a su terapia, que yo era tímido, tras una semana dudando acerca de ello le dije: Yo no creo que sea tímido. En realidad no lo creía para nada. Me jodió mucho que me dijera que era tímido porque o bien tenía una percepción absolutamente errónea de mí mismo, o bien mi psicólogo era una mierda y ambas cosas me desalentaban desmesuradamente. Pero lo más terrible fue cuando yo le dije que no estaba de acuerdo en esa afirmación y que mis amigos y familia, a los que había preguntado, tampoco. Pero él "r" que "r", al parecer se refería a una timidez oculta cada vez más pequeña, más pequeña, más pequeña y oculta y más oculta...y más... y más... y se fue enredando en sus propias palabras y su boca tomó la forma de una "W" pero él convencido de mi timidez. Si alguien lee esto y no me conoce tal vez dude, tal vez piense que realmente soy tímido, así que le invito a que me llame al seis, cuatro, seis, siete, seis, uno, uno, nueve, nueve y charramos un rato.
El carácter del psicólogo es un carácter voluble, una lucha continua entre las actitudes naturales propias de sus emociones y la aplicación de sus conocimientos, entre sus emociones y el código deontológico. Pobres mareados... (continuará)